Mientras Felipe Calderón (el presidente de México) se encontraba dentro de la catedral, en la plaza dos ciudadanos san cristobalenses Conchita Avendaño y su esposo Rusbel Lara González, comenzaron a gritarle al presidente “asesino” y fue cuando los elementos del Estado Mayor Presidencial, vestidos de civiles, arrastraron al hombre y la mujer que pedían ser escuchados.