Mientras no se cambien la estrategia de seguridad, mientras no se reconozca que el problema de las drogas no es del orden del delito sino de la salud pública, mientras los partidos y sus gobiernos no estén dispuestos a limpiar sus filas de criminales que trabajan bajo su amparo y a crear mecanismos para erradicar la impunidad en todos los niveles, mientras continúen vendiendo y destrozando el territorio nacional y se obstinen en simular que en México hay gobernabilidad y que “superando”, como sugiere cínica y desvergonzadamente Enrique Peña Nieto, la absurda e indignante “verdad histórica” de Ayotzinapa, se va a aminorar la desgracia y el lodo en el que estamos inmersos, continuarán, como hasta ahora, administrando el infierno y representando a un país de muertos y desaparecidos en constante aumento.