Buscaba siempre la verdad, darle voz a través de su imagen a los movimientos independientes, a las luchas, a los no escuchados. Y por ello le cerraron los ojos, le amarraron las manos, lo torturaron y le dieron el tiro de gracia. Lo asesinaron. Lo mataron en un departamento de la colonia Narvarte junto a cuatro mujeres. Entre ellas una luchadora social, firme y contundente, una gran amiga de años, Nadia Vera.