Esta guerra contrainsurgente está teniendo ya una nueva constante, ahora el paramilitarismo tiene el rostro de “organizaciones democráticas y campesinas”, son estas las que realizan la vil y mezquina tarea de agredir a mujeres, niñas, niños, ancianos y hombres dignos que por medio de su trabajo colectivo crean mejores condiciones de vida en aras de un mundo sin explotación, despojo, desprecio y represión.