En Durango.

6 de junio. El consuelo del llanto

, por adesalambrar, Machaca

En Durango la caravana encontró la realidad de su viaje. Si bien en Michoacán, San Luis y Zacatecas habíamos experimentado el dolor y la indignación que tanta impunidad y corrupción han generado. En las tierras natales de Pancho Villa fuimos confrontados con la verdadera naturaleza de este viaje y la realidad del norte del país, que tanto ha sido desgarrada y lacerada por la violencia sangrienta, se nos presentó de frente y desnuda.

En el templete instalado entre el quisco y la catedral, los testimonios de madres e hijos, de padres y viudas, convirtieron la plaza duranguense en un único mar de pena y llanto que generó una comunión que, en medio de un profundo dolor, unió a las decenas de personas que pasadas las 12 de la noche aún permanecían estoicos en esta norteña plaza.

Los testimonios, tan desgarradores, profundos y contundentes, merecen todos una mención en esta crónica. Pero desgraciadamente, si pretendo llegar al día en el que realmente vivo, debo continuar con la crónica y dejarlos por un momento de lado. Por suerte, todos y cada uno de ellos están grabados en audio, así que a la brevedad posible serán subidos en esta misma página. Probablemente, y para no mentirles, por las duras condiciones que experimentamos los medios libres, medio libres porque siempre estamos atados a las condiciones materiales que nos ofrezca la situación, esa brevedad tendrá que esperar hasta nuestro regreso al monstruo capitalino.

La mayoría de los testimonios estuvieron focalizados en torno a la cuestión de la policía. Ya que al templete subieron tanto víctimas de la absurda represión policiaca como familiares de policías que han muerto a causa de los estúpidos enfrentamientos que día con día le roban hijos a este país. Una viuda, que denunció las carencias y atropellos que padecen aquellas mujeres que han perdido a sus maridos en combate, habló, entre otras cosas, de los miserables 6000 pesos que las autoridades les entregan y que, entro otras muchas cosas, les generan la imposibilidad de casarse de nuevo, ya que esto implicaría la pérdida de tan escueta pensión.

Uno de los momentos más impactantes del mitin, fue, como ya es costumbre, la participación del chihuahuense Julián Le Barón. Quien presentó a uno de los hombres más valientes y congruentes que han desfilado por estos caminos. Un policía del Estado de México, que al ver pasar la caravana decidió acompañarnos portando su uniforme, con el pequeño detalle de que le quitó insignias, placas y estrellas para cambiarlos por la bandera de México, la consigna no + sangre y las fotos de sus hijas. Este emblemático personaje llamó a todos sus compañeros de profesión a seguir su ejemplo y dejar de pelear una lucha, que ni es suya ni es para ellos.
Al concluir el mitin, entre la extraña alegría e ilusión que genera el llorar colectivamente, el consuelo alcanzó los corazones de aquellas personas que, atravesando por las más inimaginables penas, tuvieron el coraje de alzar la voz, con firmeza y valentía, para denunciar no sólo a políticos corruptos y a gobiernos asesinos, sino a todo un estado de cosas en el que, por desgracia, este país está inmerso y del cuál, no hay de otra, la mayoría de nosotros tenemos que sacarlo.