De chairos y cirqueros.

Primera Convención Universitaria De Artes Circenses (ii)

, por adesalambrar, Machaca

CRÓNICA DEL PRIMER DÍA

Segunda Parte

De chairos y cirqueros.
https://kehuelga.org/diario/IMG/jpg/196786_134407279964045_100001843220213_222504_1648017_n.jpg

por Machaca

Decidí que después de la impresión de lo sucedido con la presencia del Rector en las Islas debía alejarme un poco del lugar para reflexionar con calma. Como siempre, la calma se extendió y de pronto me vi muy alejado de la noticia que supuestamente me encontraba acechando. La plática amena con amigos me distrajo por un par de horas de mi objetivo, pero justo a la hora de comer decidí poner por encima de mi gula y mis ansias por gordear, mi integridad periodística. Tome la bici y emprendí el camino hacia las Islas.

Mientras recorría las calles de ce u, trataba de pensar acerca de lo que había sucedido, Narro! por qué tuve que hacer una nota de Narro y escribir tanto sobre él. Debí preguntarle algo o hacer alguna cosa chistosa en frente de él. Pero no pasó nada. Fue como si no pasara nada. Ahí estaba yo, junto a Narro, y parecía que no estuviera pasando ninguna otra cosa. La presencia de los cirqueros a unos cuantos metros del Rector y sus españoles invitados, no parecía molestarlos, ni siquiera parecían notar a aquellos peculiares individuos. Pero lo que estaba a punto de presenciar era diferente, estaba seguro. Ahora nadie podría no notar lo que sucedía en las islas.

A medida que me acercaba en mi veloz vehículo de dos ruedas al objetivo, comenzaba a registrar la presencia de personajes extraños que parecían arribar de lugares lejanos. Cada uno más mugroso que el anterior, cada rasta más larga y enredada que la que había visto momentos antes. Al parecer la voz ya se había corrido y las hordas de jóvenes amantes de mujeres barbudas y enanos sarcásticos estaban en camino o ya habían arribado a las islas.

Su presencia no parecía molestar a nadie. Y por qué habría de hacerlo.
Como lo resumió mi sagaz informante –es que estos cabrones están bien buenos, es por todo el ejercicio que hacen, y son bien sanos, ni fuman, ni toman. No me atrevería a afirmar lo último, pero sin lugar a dudas la presencia de estos invitados embellecía las islas de una manera por demás agradable. Jipis exótic@s de esculpida figura, desfilando con el mínimo de prendas que permite la moral de la sociedad chilanga, nadie tendría por que molestarse.

Alrededor de las tres de la tarde, hora en que volví a las islas, eso ya no parecía una escuela sino la sede de un mundo paralelo gobernado por seres chistosos y flexibles. Un ambiente de carnaval intoxicaba a los asistentes, quienes parecían entregarse al vaivén de objetos y personas girando, volando y retorciéndose sin ofrecer resistencia alguna. La mayor parte de la gente tenía algún tipo de cosa colorida de circo entre las manos. Algunos giraban, otros saltaban, otros malabareaban, la diversión parecía ser la regla.

Una voz claramente argentina retumbaba en las islas diciendo que estaba por comenzar el taller de bolos, o devil stick, o 3 palos, o 2 palos y uno más pequeño (la voz continuo dando ejemplos que mi lenta pluma fue incapaz de registrar). Yo sabía que eran unos bolos, pero después de esa explicación nadie podría no tenerlo claro, se refería al palo que haces moverse con otros dos palos que parecen baquetas.

Al callarse la voz, continuaba el rítmico y exótico sonido de la música de circo escuchándose a lo largo y ancho de la explanada central de la UNAM. Era una extraña combinación de música balcánica-gitana y música que sólo se puede asociar con las carpas coloridas y el olor a excremento con que el circo inunda cada lugar que visita.

Era un tanto imposible imaginar que entre todo ese caos había talleres estructurados. El esquema que podía observarse por la mañana en el que un sujeto enseñaba a los demás su gracia se había hecho mucho menos evidente. Lo que podía observarse eran varios grupos de entre 20 y 30 personas, reunidos alrededor de un sujeto y/u objeto concentrados en algo que parecía, más que un proceso escolástico de enseñanza-aprendizaje, un ritual tribal en el que, en muchos casos parecía necesario rolar lo que podría denominarse un toque de la paz.

Decidí que era buen momento para intentar participar del bacanal que estaba teniendo lugar. Pero, por desgracia en donde parecían tener unos buenos diábolos disponibles, resultó que, si bien tenían el yoyo, ya se les habían roto todos los palos. Lo cuál convertía al artefacto en una pieza inútil y sin chiste, lo cual explicaba el que estuviera ahí, sola, en la mesa, despreciada por todo el mundo.

Algo parecido a la depresión inundo mi cuerpo, estaba ahí, en medio del circo más grande que había visto en toda mi vida. Y no podía hacer nada. No tenía pelotas (esto suena terriblemente mal, y justo por eso lo dejaré así) y estaba seguro que no valía la pena encontrar a alguien que arregañadientes me las prestara sólo para que desahogara un rato mis ancias de hacer malabares. Pero algo en todo el entorno hacía que ese sentimiento no me pusiera de malas. Así que decidí que era buen momento para buscar una sombra decente, desde la cual pudiera observar este sueño hecho realidad.

En un árbol solitario, de los cuales ya había muy pocos, encontré un lugar adecuado para poner a descansar a mi bicicleta. En cualquier lugar al que volteara podía ver a alguien depurando una técnica circense. Había un grupo de alrededor de 30 personas en un taller que parecía de clavas. Pero nadie hacía malabares, todos sostenían una clava en las manos y las estiraban en diferentes direcciones, parecían estarle agradeciendo a algo o alguien por el buen día que hacía para hacer circo. Más lejos se veía una cuerda floja que pendía de un par de árboles y encima de ella, un sujeto explicaba las nociones básicas que toda persona tenía que saber para no caerse de la cuerda. En ningún momento explicó por qué razón alguien tendría que estar en una cuerda floja a muchos metros del suelo recordando como no caerse de ella.

En esos momentos ya sólo tenía clara una cosa. Nunca había visto a tanta gente tan rara junta. Y por alguna extraña razón, me sentía bien al respecto. Y esa parecía ser en ese momento la sensación colectiva. Mientras trataba de descifrar el significado de lo que podría ser la numerología para malabares de principiantes, un viejo conocido, que al igual que otras veinte personas instaladas por la zona, había llegado ahí en monociclo me preguntó si no tenía mota…

Desgraciadamente esa es la última nota que tengo del día y no recuerdo cual fue la respuesta.

No es muy claro en que condiciones regresé aquí para redactar esta nota, pero me queda claro que sea lo que sea que haya hecho después en ese circo que se instaló el día de hoy en las Islas, estuvo chido. Entre las cosas que encontré en mi pantalón mientras buscaba evidencias que corroboraran mis dichos, encontré el programa.

Todo parece indicar que mañana JUEVES 24 de MARZO va a estar divertido. Desde las 9 de la mañana comenzaran talleres. Pero en la tarde habrá una mesa redonda, a la una. A las 6 de la tarde Variete y a las 19:30 horas Noche de Fuego, que suena tentador para cualquier pirómano que se precie de serlo.
La noche agobia, así que eso de escribir lo dejaré para mañana.

Siguiente. Historias de monociclos y de flamas.
Parte 1
Parte 2

Anterior
Y el príncipe de Asturias qué tiene que ver?