De Ayotzinapa a Nochixtlán

Centro de derechos humanos de la Montaña, Tlachinollan

“A 21 meses de que el gobierno desapareció a nuestros hijos, la situación que vivimos es más difícil. No vemos que las autoridades tengan interés en dar con el paradero de los estudiantes. Se niegan a atender las líneas de investigación que propuso el GIEI. Cambian a los funcionarios que están encargados de la investigación y ponen a otros que no sabemos quiénes son. En cambio, hemos estado pidiendo que saquen de la PGR a Tomás Zerón y no lo hacen. Más bien lo protegen, porque todo gira alrededor de la verdad histórica que fabricó. El sigue controlando buena parte de la investigación. Cuando hay detenidos, los policías se los llevan a la agencia de investigación criminal para que declaren, porque para Zerón el caso de Ayotzinapa todo tiene que ver con delincuencia organizada. Por eso vemos que las reuniones con la Procuradora son infructuosas, porque no avanzan en los temas que planteamos desde hace más de un año. Todo se atora cuando pedimos que se investigue a los militares y a las autoridades estatales y federales. No quieren pasar más allá de las autoridades municipales, ni salir del basurero de Cocula. Tampoco quieren investigar a los policías federales, ni dar con el paradero de los jefes de Guerreros Unidos.”

“En lugar de que el gobierno nos garantice seguridad, nos hace lo contrario. Por ejemplo este sábado que salimos de la normal para participar en la acción global en México, al pasar por Cuernavaca, un carro negro que iba a gran velocidad se le cruzó al autobús. Al frenar el chofer nos espantamos, porque creímos que había atropellado a alguien. Ahí nos dimos cuenta que el carro nos seguía, porque más adelante nos esperó y volvió a cerrar el paso al autobús. Lo que hicimos fue detener la marcha y bajarnos para ver qué querían esos señores. Lo que hicieron fue arrancar a toda velocidad yéndose por otra ruta. Nunca pensamos que iban a esperarnos más adelante. Solo escuchamos un ruido muy fuerte. Pensamos que había sido un balazo. Era una piedra grande que quebró el vidrio de un lado y pegó en la ventanilla del otro lado, que también la estrelló. Varios vidrios que se hicieron pedacitos nos pegaron en la cara. Gracias a Dios la piedra no nos pegó en la cabeza. Se pasó derecho…Esto no es una casualidad, el gobierno quiere que nos pase algo, y lo más fácil es que le eche la culpa a los delincuentes, porque así trabaja. Utiliza a los grupos que se dedican a cometer delitos para sean ellos los que nos agredan y nos atemoricen. Pero el gobierno se equivoca porque no lo va a lograr. Hemos sentido en varias ocasiones cómo nos lástima y nos desprecia. Nos cierra las puertas, no escucha nuestros planteamientos, y corre a los expertos para que no haya quién los vigile y les diga las cosas que están haciendo mal. El gobierno nunca ha estado de acuerdo que como papás y mamás nos unamos a las organizaciones, que hagamos un solo frente y que nuestra lucha sea la bandera de la gente que en varias partes del país quiere que haya justicia y se acabe la violencia.”

“Así como a nosotras como madres nos duele no saber nada de nuestros hijos, así también sentimos que están sufriendo las familias que perdieron a sus hijos o sus padres en Nochixtlán, Oaxaca el día que los policías federales llegaron con sus armas tirando balazos para desalojar a la gente que estaba bloqueando las carreteras en apoyo a los maestros. Hoy en la mañana, antes de marchar, decidimos formar una comisión de papás y mamás para ir a Nochixtlán. No podemos cerrar nuestros ojos y no ver lo que les está pasando a nuestros hermanos de Oaxaca. Tenemos que darles ánimo a las familias que perdieron a sus hijos. Su dolor también lo sentimos como nuestro, porque vemos cómo el gobierno en lugar de escuchar a los maestros y maestras, les manda policías. Y no contento con esto, dio la orden de disparar sus armas y de apuntarle al pueblo que los apoya, para espantarlos y correrlos. A las autoridades no les importa que los policías maten a la gente, porque para eso les pagan, para matar a los pobres que reclaman sus derechos, para masacrar a los indígenas que defienden los lugares donde viven. Para ellos, nosotros no valemos nada.”

“Estos días han sido de mucha tristeza, porque no solo se está alargando nuestra agonía por no encontrar a nuestros hijos, sino que vemos que desde que se fue el GIEI, las cosas no avanzan. El gobierno se cerró totalmente para que no siguieran en nuestro país los expertos. Ahora le ha dado largas para que ya empiece a funcionar el mecanismo de seguimiento que acordaron con los Comisionados de la CIDH. Mientras ya estamos cumpliendo otro mes desde que desaparecieron nuestros hijos y seguimos como hace más de 600 días, porque ya vamos a cumplir dos años y no hay nada. Ahora que fuimos a visitar a nuestros paisanos en la Costa Chica y la Montaña y que fuimos a los lugares donde vivimos y crecieron nuestros hijos, no solo lloramos por todo el sufrimiento de nuestras familias, sino que también nos llenamos más de coraje porque vemos que las autoridades no hacen nada para parar tanta violencia. Vimos cómo se ha extendido la delincuencia en varias regiones y cómo las autoridades protegen a los delincuentes. Por más militares y policías federales que hay en el estado, los resultados son negativos, porque no vemos que hagan operativos para desarmar a estos grupos y hacer valer la ley. Lo más doloroso es no solo ver cómo sigue corriendo la sangre de muchos jóvenes que son asesinados en nuestro estado, sino saber cómo está actuando el gobierno, como delincuente, porque persigue, encarcela, reprime y mata no a los que trabajan con el crimen sino a la gente que se organiza y lucha.”

“La herida que traemos en el corazón se hace más honda porque estos actos de sangre nos traen a la memoria nuestros hijos. Nos imaginamos cómo fueron seguidos por los policías y militares desde Chilpancingo, cómo se coordinaron con la delincuencia para perseguirlos a balazos y matar a tres de ellos, dejando a varios heridos. Su instinto sanguinario hizo que los grupos de las policías se llevaran a 43 estudiantes por diferentes rumbos, con la complicidad de los militares y las autoridades de alto rango. En lugar de poner a salvo a nuestros hijos se unieron para hacerles daño, para darles el trato de delincuentes. En esas horas difíciles, ninguna autoridad vio por ellos, actuaron cobardemente y los dejaron a su suerte. Ese es el actuar del gobierno, utilizar a los policías para reprimir, desparecer y matar a los que protestan. Eso hizo con nuestros hijos y eso mismo está haciendo con los maestros y maestras que luchan contra la reforma educativa.”

“Mañana varios papás y mamás llegaremos a Nochixtlán para unir nuestras fuerzas contra el gobierno y para exigir juntos justicia y castigo a las autoridades que son responsables. Mañana también estarán otros papás y mamás en Iguala para recordar a los tres compañeros de nuestros hijos que fueron ejecutados por el mismo gobierno que trabaja con la delincuencia. Aunque sigan esos grupos actuando impunemente, porque las autoridades no les hacen nada, como papás y mamás estaremos siempre presentes en esta ciudad que se ha transformado en la cuna de la delincuencia. El martes 28 de junio nos uniremos a la marcha que realizarán las organizaciones sociales y las viudas de los 17 campesinos que fueron masacrados por policías del estado en el vado de Aguas Blancas. Este crimen nos muestra claramente cómo los gobernadores asesinan al pueblo y no pasa nada, porque el sistema que tenemos los protege y les da un lugar privilegiado para que sigan haciendo negocios y se mantengan dentro de los grupos de poder que cometen crímenes.”

Las tragedias de Guerrero no solo nos muestran el continuum de la impunidad desde los años de la Guerra sucia, sino la práctica sistemática de las ejecuciones y desapariciones que se mantienen en los años recientes, dentro del contexto de la guerra contra las drogas, donde el involucramiento de las fuerzas armadas y corporaciones policiales han exacerbado el clima de violencia que impera en el estado, dejando una cauda larga de graves violaciones a los derechos humanos y de daños irreversibles en las familias por las pérdidas humanas.

La forma de gobierno que se ha implantado en nuestro país; de imponer reformas constitucionales con acuerdos cupulares; de no garantizar la participación ciudadana para la discusión de estas reformas; de no establecer canales de diálogo como las mejores vías para dirimir los conflictos; de imponer a rajatabla la implementación de las reforma educativa y apelar a la fuerza policial para encarcelar y utilizar armas de fuego para acallar al magisterio y hasta privar de la vida a la gente que bloquea carreteras, es el punto de quiebre de la regresión política y de un autoritarismo craso.

El gobierno federal está obligado a cambiar su estrategia de fuerza y de imposición de la reforma; a reconocer a la CNTE como interlocutor legitimo; a generar condiciones de distensión social retirando a los cuerpos policiales de Oaxaca y liberando de manera inmediata a los líderes de la CNTE. Se requiere una investigación profesional que de con el paradero de los responsables y la aceptación del escrutinio internacional para garantizar el respeto a los derechos humanos de las víctimas y de quienes se manifiestan libremente contra la reforma educativa. Los casos de Ayotzinapa y Nochixtlán condensan la tragedia de nuestro país, que hacen ver de cuerpo entero a un gobierno represor e intolerante, cegado por la arrogancia, pero al mismo tiempo nos muestran los rostros de la gente que lucha; de una población pobre que se organiza para hacer valer su derechos; que no está dispuesta a claudicar ante la violencia del estado, por el contrario, esta decidida a dar todo para que haya verdad, justicia y una reforma educativa construida desde la base magisterial y comunitaria.