A votar otra vez por lo mismo

Esta noche habrán elecciones.

Es una elección Primaria, una de las docenas que vendrán.

No importa donde — o, en gran parte, tampoco importa quien.

Las elecciones son expresiones públicas de emociones, como, “¿Quién te gusta a tí?”

“¿Por quién crees tú que vas a votar?”

Se gastan millones de dólares en campañas masivas de publicidad, especialmente diseñadas para hacer cambiar tus emociones, para jugar con tus miedos, para hacer aflorar tus rencores más profundos.

Pocos políticos tienen planes para hacer realidad tus esperanzas, y aún mucho más pocos tienen la menor idea de como hacer realidad tus sueños.

Nosotros nos hemos acostumbrado a votar por “el menor de los males” — olvidando la lógica verdad que el menor de los males… es también malo.

Por eso terminamos votando por guerras que no queremos, por decisiones políticas que no aceptamos — y por gente que en verdad no nos gusta.

En esencia, aceptamos – y nos preguntamos porqué las cosas van de mal a peor.

Todo candidato promete la luna; y dificilmente produce arena.

Pero esa es la naturaleza de la bestia.

El sistema político de los Estados Unidos no fue diseñado para representar al pueblo. Fue construído para representar a la clase propietaria — a las elites adineradas.

Es un sistema construído para proteger los intereses de una poderosa y rica minoría.

El pueblo, como lo dijo uno de los llamados “fundadores” (el Gobernador Morris, de Pensilvania) fue visto como una “turba amotinada” que lo llenaba de “miedo y terror.” *
¿Tú ciertamente crees que “fundadores” como ésos en verdad quisieron que la “turba amotinada” pueda votar? ¿Nunca… Jamás?

Ese espíritu, el miedo de “la turba”, se puede ver ahora en los crecientes esfuerzos de negar más y más al pueblo de su llamado derecho al voto — ¡sin decir nada de que no dan al pueblo algo por el que el pueblo quiera votar!

El sistema estadounidense permitió, por más de 70 años, especialmente a los estados del Sur, desarrollar prácticas por las que los Negros tenían que pasar pruebas de saber leer y escribir, pruebas de saber contar, y las dañinas cláusulas de los abuelos –que permitían a los Negros votar solo si su abuelo había votado –lo que significaba que si tu abuelo había sido esclavo, tus nietos no tenían derecho a votar — jamás.

Hoy, el mismo votar se ha vuelto el menor de los males; votar es un proceso que preserva el poder de las clases propietarias, y los privilegios económicos de las elites.

–© ‘16maj

*Fuente: Jerry Fresia, Hacia una Revolución Norteamericana, (Toward an American Revolution, South End Press, 1988, pp.1-2)

Traducción libre del inglés enviado por

Fatirah Aziz, Litestar01@aol.com