El fuego nunca muere

, por Machaca

EL FUEGO NUNCA MUERE.

1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,19,20,21,22,23,24,25,26,27,28,29,30,31,32,33,34,35,
36,37,38,39,40,41,42,43….. ¡JUSTICIA!

22 de octubre de 2014

La fecha es importante, marcará un antes y un después…. Un hasta aquí.
No por nada nos recuerda doblemente al 2 de octubre.

6 de la tarde. El Ángel de la Independencia comienza a vibrar con el arribo de cientos, miles, cientos de miles de personas, en su gran mayoría jóvenes estudiantes que se han organizado por escuela, por facultad, por centro de estudios, por institución, por colegio o cómo sea para inundar las calles del centro de la ciudad más grande de este lado del mundo…

La marcha avanza sin avanzar, el mar de gente da vueltas en todas direcciones, algunos contingentes avanzan hacia el zócalo y otros apenas buscan lugar en el final de la inmensa columna humana. La tarde se va acabando y las velas, veladoras y antorchas comienzan a iluminar una enorme avenida que fue creada hace un par de siglos como un paseo imperial por el cual la gente normal no podía transitar. Hoy en día el Paseo de la Reforma sigue siendo un lugar elitista, flanqueado por gigantescos edificios que alojan a los actuales administradores del Imperio. Pero este día es diferente, hoy la calle es de todxs ¡la calle es nuestra!

¡Ahora, ahora! Se hace indispensable.

¡Presentación con vida y castigo a los culpables!

La calle, convertida en ríos y ríos de gente, se vuelve a ratos un carnaval en donde el canto, el baile y el grito eufórico dominan el panorama, pero también por momentos la gigantesca marea se vuelve un cortejo fúnebre llenando de ensordecedor silencio el mundo de aquellos que desde las alturas miran con recelo a quienes, desde abajo, demandan justicia…

Cada quién a su manera y con sus formas, algunxs se cubren el rostro y decoran con aerosol, pintura, papel y engrudo todo a su paso, otrxs se quitan la ropa y pintan consignas en sus cuerpos. Otrxs más cantan y bailan al son que les dicta su corazón. Un grupo de jóvenes en las banquetas de Reforma saluda cantando a los combativos contingentes de normalistas que avanzan con paso decidido. Cantando y cantando una y otra vez la canción de “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Páez, la cual es universalmente conocida por la genial interpretación de la bella voz de la también argentina Mercedes Sosa.

Y es que a eso viene toda la gente, a eso venimos. A ofrecer nuestro corazón, que no por nada como dicen los zapatistas late abajo y a la izquierda. Nuestro corazón que ahora llora de tristeza, coraje y rabia de saber que vivimos en un país donde pueden desaparecer no sólo 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa sino que cualquiera puede desaparecer sólo por encontrarse de frente con el brazo armado del Estado, es decir, la policía, el ejército o el narcotráfico que para fines prácticos son una y la misma cosa. Baste mencionar el caso del joven estudiante de ingeniería en mecatrónica Ricardo de Jesús Esparza Villegas de la Universidad de Guadalajara que fue encontrado muerto hace un par de días después de que lo último que se supo de él fue que la policía de Guanajuato lo había subido a una patrulla durante el Festival Cervantino. No conformes con haberlo asesinado, los policías municipales lo acusaron de ser un ladrón e inventaron que había muerto al caer del techo de una casa.

Y es que ese es el punto. ¿A quién se le puede exigir JUSTICIA cuando quienes deberían ser los encargados de impartirla viven y se reproducen a partir de la perpetuación de la INJUSTICIA? ¿Quiénes pueden castigar a los asesinos cuando los asesinos son los encargados de los castigos? ¿Cómo se le puede exigir a un ESTADO TERRORISTA que detenga el TERROR? ¿Quién puede ofrecerles consuelo a las víctimas de los crímenes del ESTADO? Y la respuesta, como siempre, está en las calles…

Para muchxs de nosotrxs estar presentes en esta marcha y presenciar esta demostración de fuerza, fue como un sueño hecho realidad. Pocas veces había presenciado esta ciudad la unión de tantas y tantas personas en una misma causa, jamás como el día de hoy la consigna “UAM, POLI, UNAM, unidos vencerán” se había vuelto algo tan tangible. Porque no sólo eran la nacional autónoma de méxico, el politécnico y la metropolitana. También podemos mencionar a todas y cada una de las normales rurales, a universidades privadas que no se caracterizan por ser espacios de movilización y lucha, jóvenes de secundaria, investigadores de centros e institutos públicos y privados, en fin. Cientos de miles de estudiantes, muchxs de ellxs con sus escuelas en paro, se dieron cita esta noche mágica para confirmar que (como decía el chingón de Benedetti) en la calle codo a codo somos mucho más que dos….

Y es que en estas semanas muchxs, muchísimxs jóvenes han despertado de su pesadilla cotidiana y han descubierto como en la lucha pueden hacer que sus sueños más salvajes, lunáticos e irreales se vuelvan realidad en la acción colectiva que significan tanto el movimiento estudiantil como el movimiento social.

¡Lucha, lucha… No dejes de luchar!

Su, por decirlo de alguna manera, novatez en el movimiento social se distingue claramente por la poca variedad de sus consignas y por la insistencia con la que repiten la misógina porra de origen futbolero que adecuada al movimiento social exclama que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, eso no es presidente es una puta de cabaret. Lxs feministxs y muchxs otrxs compañerxs se han cansado de rebatir la consigna, incluso cediendo ante la cadencia y remplazando las partes problemáticas pero ni siquiera tiene mucho sentido hacer eso porque simplemente no hay por dónde irle, no hay comparación alguna. Una puta de cabaret es una trabajadora decente que se gana la vida honradamente. El presidente y todo el gobierno en general son una lacra repugnante que se prostituye por unos cuantos pesos.

Y volvemos al asunto central. Cómo exigirles justicia a esos asquerosos seres, como pedirles que presenten con vida a quienes asesinaron artera y vilmente. Porque tristemente hay que decir que de eso no nos debe quedar duda. Si bien los familiares tienen derecho a exigir que les sea demostrado que efectivamente sus hijos son quienes fueron encontrados en las fosas clandestinas. Tenemos que tomar en cuenta las valientes y fulminantes declaraciones del padre Alejandro Solalinde, quien ha vivido en carne propia la violencia asesina del Estado por su firme convicción en la búsqueda de la justicia en esta tierra. Solalinde, a diferencia de los miserables burócratas de la muerte que administran el Estado, jamás podría jugar con los sentimientos de las familias de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa escamotándoles la verdad.

Lejos de caer en la trampa del Estado y perder el tiempo pidiéndole peras al olmo, el movimiento estudiantil debería empezar a considerar seriamente la pregunta de qué hacer en caso de que los normalistas no estén vivos. Sin dejar de considerar el dolor y la pena que embargan a las familias de los jóvenes, es tiempo de tomar en cuenta el hecho de que el gobierno jamás permitirá que se demuestre fehacientemente su participación directa en la masacre. Las pruebas, incluyendo vidas humanas, pueden ser desaparecidas para que jamás sean encontradas porque quién las busca no sólo no las quiere encontrar sino que sabe dónde están.

¿A dónde van los desaparecidos?

10 y media de la noche

Más allá del hermoso sueño hecho realidad tenemos que preguntarnos seriamente qué sigue…

Los últimos contingentes empiezan a arribar al Zócalo, la gente en su mayoría se ha ido, se han ido a dormir a sus casas o a sus escuelas que mañana amanecerán tomadas por jóvenes que están aprendiendo que luchando están educando a su gente. Son jóvenes que hoy se dieron cuenta no sólo de que su lucha es justa sino de que juntos nadie podrá detenerlos. No existe mejor lugar para debatir este jodido panorama que en una escuela tomada por estudiantes que organizándose van construyendo el sueño hecho realidad que implica la lucha colectiva en contra del mal gobierno.