You’ve got the blues, men

Grabábamos el disco " Cicatrices" ( en el ’95), cuando llamaron a mi casa. Martha mi ex mujer contestó pues yo estaba en el estudio "Zona de intolerancia" de mi amigo Carlos Walrraven co productor; Martha, atinadamente le dio a Mike Orlove, el teléfono de Juan Cristobal Pérez Grobet, bajista de Real de Catorce. Nos invitaban a tocar a Chicago (catedral del blues) al festival de "Las ciudades hermanas" y ese año le correspondía a la capital de México. En realidad Mike Orlove era el alcalde de la ciudad de Chicago y le comentó a nuestro bajista que había recorrido las estaciones de radio mexicanas en esa ciudad y el mismo eligió al grupo por su calidad artística y literaria como representativo de México para dicho festival.

La invitación oficial del gobierno de Chicago llegó a los pocos días. Como el grupo profesional que somos, todos teníamos pasaporte, bastaba sacar la visa de trabajo. El párroco de la iglesia evangelista de la ciudad, también mandó una carta-invitación para facilitar los trámites, pues nos pagarían. En las próximas semanas dejábamos el estudio de grabación para viajar rumbo a Chicago en AA (american airlines). Los entonces integrantes eran Juan Cristobal Grobet, Julio Zea, Fernando Ábrego, Carlos Torre y un servidor José Cruz y de invitado Alain Derbéz ( saxofón y escritor) quien reseñaría la crónica de la gira de 8 días.

El vuelo salía a las 5 am; una hora antes ya estábamos documentando el equipaje y pesando el back line que llevaríamos para tocar.

Al cuarto para las 5, abordamos el avión emocionados y nerviosos, pues para todos los amante del blues, conocer Chicago y no sólo eso, tocar en la catedral del blues mundial, era un sueño hecho realidad.

Después de unas 4 y media horas de vuelo (sin contar trámites de equipaje y aduanales), aterrizamos en el aeropuerto O’Hare de la ciudad de Chicago; nos recibió la fotografía tamaño natural de la estrella de los Chicago’ bulls, Michael Jordan. Las inmensas salas del O’Hare, nos tenían locos, no sabíamos dónde nos recogería la camioneta del Instituto de las Artes de Chicago; afortunadamente, Juan Cristobal había anotado los teléfonos del Instituto.

Nos trasladaron al hotel Club Quarters (al que no se podría ingresar vestido de mezclilla; nos hospedamos y salimos a conocer las calles y atractivos de la hermosa ciudad. Lo primero que buscamos fue uno de los lugares donde tocaríamos: el Buddy Guy’s Legends, y ahí estaba anunciado Real de Catorce, MEXICAN BLUES, alternando con J Geils BLUESTIME Band ¡y uno de mi héroes en la armónica, Magic Dick! Emocionados hasta las lágrimas, fuimos a saludar al alcalde Mike Orlove.
Un Personaje muy sencillo y muy amable nos dio la bienvenida en español -su segundo idioma, nos confesó-. "Mañana iremos a 4 estaciones mexicanas de radio, donde tocan su música, para entrevistarlos; mi asistente Albert Joyce, los acompañara y atenderá de hoy en adelante". Saludamos de mano al pelirrojo Albert y el nos extendió la mano con una sonrisa: nos llevó al Bellas artes de Chicago, el Instituto de las Artes, un hermoso y enorme recinto con un teatro para mil personas; me llamó la atención las pinturas de artistas mexicanos y el libre acceso a la cultura en general. Más tarde Orlove, nos alcanzaría para darnos un tour por la ciudad; nos llevó al Rosa’s Lounge bar, donde también tocaríamos; ahí se presentaban, Sugar Blue y William Clarke (quien fallecería en noviembre del ’96), otras leyendas,
y con la comunidad chicana.

Guardo grandes y hermosos recuerdos de los mexicanos de Chicago quienes nos acogieron con mucho cariño y nostalgia por su México invernal de abuelitas maternales, de piñatas y posadas. Dimos entrevistas a las radiodifusoras en el barrio mexicano y constatamos la popularidad que tiene nuestro blues en español, de como gustan de Arturo Meza, Caifanes, Botellita de Jerez, Santa Sabina y el rock independiente en general.

Nos remarcaron el racismo que priva en la ciudad, sobre todo, en el barrio negro; el puertorriqueño, el polaco y otros. "Los jóvenes migrantes suelen imitar a los negros en su forma de vestir y de mascar el slang y eso era causa de pleitos entre barrios que terminaban en heridos o hasta en muertos de ambos lados"; eso me contaba un soldador de 50 años que se sentía impotente ante ese hecho imparable.

Terminadas las entrevistas, Orlove, nos llevó a cenar comida china y nos advirtió que de salir en la noche evitáramos ir al barrio negro. Cuando lo dijo su gesto era de preocupación, pero una vez se fue, emprendí mi viaje a ese temido barrio. Los taxis son muy cómodos, pero caros, paré uno cuyo chofer era originario de Nigeria, le indiqué que me llevara a tal lugar y dudoso me dijo que "me acercaría, que no quería problemas". Una larga calle oscura con gente de color en camiseta, fuera de sus casas, en las calles, me miraban desconfiados; yo seguía mi camino sin detenerme hasta que escuché música; adentro un negro soplaba la armónica con un bulet conectado a una gran bocina rota; "¡Claro, así distorsiona el sonido!", pensé. Afuera del antro un letrero que decía BLUES en luces de neón, me recordó que tiempo atrás lo había visto en un libro. Entré y...ni me pelaron. Gocé el virtuosismo del negro y de su banda de blues; como ya no bebía, compré una coca cola y estuve sentado un largo rato. Me dieron las 12 y salí de aquel lugar enamorado de los negros, mejor dicho, de su blues; como era el único antro, caminé de regreso por la oscura calle, al final, tomé un taxi de regreso al hotel, estaba a salvo y me sentía feliz.

Nuestro primer concierto fue transmitido por la radio; tocamos en el Instituto Cultural de Chicago. Antes, en la sala chica del mismo, asistimos a escuchar a un grupo con nacional que tocaba canciones de Caifanes; luego en el auditorio Real de Catorce se presentaría con éxito ante mexicanos y gringos.

Tocaríamos de nuestro repertorio: Azul, Paria’s blues, La Venenosa, El Quinqué,
Un medio día triste, Pago mi renta con un poco de blues, en fin; un concierto de hora y media; al final habría una sesión de preguntas con el público, Fernando o yo respondíamos en español e inglés; nuestro amigo Alain Derbéz grabaría todo el concierto, incluido el diálogo con el público.

Regresamos al hotel a cambiarnos e ir a cenar pizza italiana. Al entrar al lobby, un botones del hotel me impidió el paso por ir vestido de mezclilla; el joven de color se interpuso en mi camino, infortunadamente le solté una seria de leperadas en inglés que me sabía del colegio de habla inglesa, de Inglaterra: ’mother fucker’, ’son of a bitch’, ’go to hell’, etc. Al punto de los golpes, el administrador se interpuso y corrió al jovenzuelo y me ofreció una disculpa. Cuando llegó Orlove, las aguas se habían calmado, habló con el administrador y le explicó sobre nuestra condición de músicos; el sujeto, se cuadró ante El Major de la ciudad. Terminada la cena en la que compartimos nuestros sentires respecto al concierto, los Reales fuimos invitados al concierto de un saxofonista de Chicago; yo preferí descansar para el ajetreado día que nos esperaba.

Temprano en la mañana, Fernando me despertó, estaba encabronado con Julio, pues se había empedado en mero concierto e interrumpido al músico; me pidió que hablara con Julio. Fernando se había comprado el día anterior, una mini cámara para filmar; tomé el artefacto y filmé a petición de Ábrego y como"travesura" al Zea pedo y despatarrado en su cama.

Cuando despertó, Fernando y Juan Cristobal le llamaron la atención sobre la imprudencia y falta de respeto hacia aquel artista, Julio no recordaba nada...
"Recuerda que Real es un patrimonio musical y una fuente de trabajo, como para que los pongas en riesgo", dije molesto.

Nos preparamos para el concierto que daríamos a beneficio de los adultos mayores en un auditorio para unas 500 personas; este evento lo promovió el reverendo o cura que nos facilitaría el trámite para poder tocar y cobrar en "El festival de las ciudades hermanas" de Chicago.

Pusimos a cantar a los abuelitos que felices, y probablemente ya en los últimos años de sus vidas, gozaban este blues-world beat- soul-ranchero-rumba-tropiblues, aplaudiendo y algunos más osados, bailándolo. Vendimos playeras y discos que a la inversa de nuestro país, compramos cuando nos visitan los blueseros o músicos importantes.

A venderle chiles a Herdez

Llegó la noche que con ansias y emoción esperábamos: el concierto en el Buddy Guy’s Legend.

Llegamos al lugar a la 1pm a probar sonido. Un verdadero recinto para eventos musicales; excelente acústica, el escenario a la medida para grupos de más de 10 integrantes; la barra del bar, era grande y muy larga, de madera oscura, fina; una sala de mesas de billar abierta para que el público escuchara mientras jugaba. Una gran manta del Buddy Guy’s Legend al fondo del escenario.

En todas las paredes del lugar, había fotos de artistas legendarios de la música de EU: Robert Johnson, Steve Ray Vaughan, Janis Joplin, Sony Terry, Luther Alison, Sony Boy Williamson, B.B. King, Howlling Wolf; la guitarra de Steve Ray Vaugn, la armónica de Sony Terry; un verdadero museo de la música.

Probamos sonido con el ingeniero del lugar, excelente sujeto y conocedor de las necesidades de un grupo profesional. A las 3 pm, inició con el blues, un solista que traía un dobro National y un arnés para su armónica; era blanco y sonaba muy bien.
Venía de Louisiana a tocar a Chicago como la tradición lo imponía. Una hora de cálido blues acústico y se bajo del escenario. El grupo u orquesta ( como ellos se nombraban) de Muddy Waters, llegó a tocar para después viajar a Alemania y a Paris, esa noche. El músico de la voz y el slide se parecía a Muddy Waters; o quizá querría ver al gran músico de "i’m your hoochie coochie man" ; nos despedimos de ellos ( no me sorprendía que los grandes músicos que había conocido fueran tan sencillos y nada arrogantes) y fuimos al hotel a cambiarnos.

Iniciaríamos a las 9 pm. Mike Orlove pasó por nosotros y llegamos al atiborrado bar, una mesa de cinco o seis mexicanos, nos saludaron con cariño y correspondimos aunque realmente no los conocíamos; todas la otras mesa estaban llenas de negros y negras, algunos blancos estaban de pie.

Subimos a uno de los dos camerinos; el otro lo ocupaban Magic Dick y J,Geils con sus músicos de la bluestime.

Ladies and gentleman

Un maestro de ceremonias de color nos presentó: ¡Ladies and gentleman, from México city Real deu catource and their mexican blues band!

Me arranqué con "Esta noche", el inicio de la armónica hizo voltear a los billaristas y arrancó un alarido a la concurrencia, cuando Carlos Torres,violín y yo, armónica,nos juntamos, los negros gritaron ¡you’ve got the blues, men!

Echamos toda la carne al asador con "Me miraba a los ojos" y las negras se pararon a bailar, no cabía duda de que el blues mexicano en español, hacia sentir sensualidad a los norteamericanos; seguimos con "No me dejes, por favor", "La medicina, "Beso de ginebra", donde invité al público a cantar a lo Cab Calloway, "Azul" y nos dimos el lujo con rematar con "Devoto amor" que en realidad es una ’raga’ hindú, donde el "Chamaco Torres" se lució con un gran solo de violín.

¡Los grito de los veteranos de guerra negros eran para enchinarse la piel!
"You’ve got the blues, men!" repetían; esa noche vendimos el 80% de discos y playeras. ¡Todo un éxito, el primer grupo que triunfaba en la catedral del blues con su blues en español!

El pelo en la sopa

Cuando Magic Dick entró a escena con su banda, soltó en inglés: "Now the blues begins", esas palabras le provocaron una verdadera rechifla, yo no sabía que pasaba o el porqué de esa actitud peyorativa; inició su "bluestime" con una
mancha, como una mosca en una espléndida noche; yo no lo podía creer, el estrellismo en mi ídolo y maestro de la armónica, de cualquier forma, con su blues
matizaron el comentario inicial de tan mal gusto para el público y para nada mas y nada menos, el mismo dueño del lugar: Buddy Guy. Yo gocé el show, salvo ese imprudente e inclusive racista comentario, aplaudí.

Cuando la banda Bluestime bajó del escenario, Mike Orlove, me comentó sobre la mala actitud de estos músicos; las botellas de agua que Orlove había reservado para nosotros, aquellos las tomaron sin autorización, el asunto se puso tan ríspido en los camerinos que estuvieron al punto de golpearse, lo que detuvo el desaguisado, fue cuando Orlove les dijo que él era el alcalde de Chicago y que Real de Catorce "era su grupo". Cuando fuimos a dar las gracias al señor Buddy Guy, este nos felicitó y dijo que ese grupo (La Bluestime Band) jamás volvería a tocar en su lugar, "’cause we, the blues bands, are family in all the world".

Ya en la calle, los veteranos de guerra nos pidieron autografiáramos los discos y playeras que habían comprado.

La noche, de a poco fue cerrando sus ojos y nosotros los nuestros; ¡esa noche, le vendimos chiles a Herdez!

El Rosa’s Lounge Bar.

"Ese bar aparece en la portada de riffs de blues de Eric Clapton", comenté a Fernando cuando llegamos al lugar. Más pequeño que el de Buddy Guy, pero también bien acondicionado acústicamente para grupos musicales; ese bar despuntaba como uno de los sitios de blues reconocidos en Chicago.

Nos recibió una señora canosa muy amable (supuse que era Rosa, la dueña).
Una mujer de pelo negro muy guapa y su marido, administradores del bar, nos dieron la bienvenida y nos contaron la historia del Rosas. El íntimo y pequeño bar fue fundado por la familia de Rosa y pronto se haría famoso por su cerveza y sus artistas de blues; un negocio boyante donde acudían público negro como latino.

Montamos nuestras cosas para probar sonido mientras el Chamaco Torres conversaba con un violinista de blues que usaba distorsión en su instrumento.
Terminamos la prueba y fuimos al hotel a descansar. Alain Derbéz, musico, escritor y crítico de jazz, me dio a escuchar una parte del concierto en el Instituto de cultura y me mostró la crónica que estaba escribiendo (Alain Derbéz mostraría en su programa de radio, el audio de ese concierto).

El Rosa’s estaba a reventar, no habría grupo abridor, así que a darle al blues mexicano en español. Fue una noche también memorable; en verdad que nuestro blues, sin necesidad de ser pretenciosos, había dejado huella en el público negro y latino de Chicago.

En esta ocasión improvisamos más allá de la estructura rígida de la canción y nos pusimos a improvisar libremente; el escenario fue nuestro, y el público también.

El Hot House de Chicago Illinois

Mike Orklove, feliz y agradecido, nos invitó a escuchar a Baaba Maal, gran músico senegalés que se presentaría en el Hot House de Chicago ¡grabando en vivo!
Ahí vi a las mujeres más bellas de Chicago; no eran blancas, eran negras que parecían reinas; elegantes, de largos cuellos, distinguidas; quedé impactado por su belleza. "Son diosas africanas", le dije a Orlove, "Come with me", dijo y me jaló hacia dos de ellas; me presentó como su músico favorito y su amigo, extendí la mano y saludé a aquellas diosas. En ese momento inició el concierto del senegalés y deshizo el hechizo. ¡Grande Baaba Maal, nos transportó,a África y su música!

De regreso al hotel, Orlove, prometió llevarnos al Guitar Center, tienda de instrumentos musicales y a la más grande tienda de discos al día siguiente.

Pasamos horas en la tienda de instrumentos; compré un ’tube work" y un pedal de vibrato, más armónicas ’Lee Oskar’. Después en la tienda de discos, compré métodos para armónica y discos de blues de los 30’s; por cierto, también compré una camiseta con el rostro de Bessie Smith, mi ídolo de cantantes de blues.

El paseo final

Mike Orlove, amigo y casi manager, nos llevó a un bazar o "mercado de pulgas", de instrumentos donde vi y escuché a los blueseros callejeros con sus pequeños amplificadores y sus armónicas; a excelentes guitarristas y cantantes e inclusive tríos de músicos (bajistas, bateristas y guitarristas) . Esta ocasión a petición mía, nos acompañaron nuestros amigos del barrio mexicano. ¡Cómo gocé aquel blues callejero, austero y cantado con el corazón!

El Millenium Park, sus puentes sobre el río Chicago; una de las torres más altas de el mundo, la torre Sears. El hermoso y turbulento lago Michigan.

Nos despedimos de la ciudad de los vientos, de nuestro gran amigo Mike Orlove; del barrio mexicano que nos recibió con los brazos abiertos.

Al regreso, volvimos al estudio a grabar el disco "Cicatrices"que el gran José Agustín, nombrara como uno de los mejores discos de habla hispana de fin de siglo.

Pero, pronto regresaríamos a Chicago.

Blues y Luz.

José Cruz. 2013. M.R. Copyright.

Ver en línea : José Cruz El Real