Montajes mediáticos-jurídicos: una pieza más de la represión política

A propósito de las cada vez más frecuentes detenciones y acciones represivas del GDF contra el movimiento anarquista.

Este texto no busca ser parte del discurso victimista tan usado por algunas organizaciones y grupos sociales, presentando a los compañeros que caen presos como víctimas inocentes, escandalizándose ante la falta de libertades y democracia y las terribles violaciones a los derechos humanos. Tampoco es un relato lleno de lamentaciones de como el malvado Estado persigue y encierra a los pobres anarquistas.

Pretendemos más bien, a través de la reflexión de algunos hechos represivos que a simple vista pueden parecer inconexos, analizar coincidencias que nos permitan tratar de ir comprendiendo y desmontando el funcionamiento de algunos de los mecanismos que conforman los montajes mediáticos-policiacos-judiciales, intentando extraer algunas enseñanzas que nos sean útiles en el avance de los diferentes proyectos revolucionarios.

Para nosotros no tiene sentido hablar de montajes únicamente cuando es evidente que las acusaciones son inventadas, pues el montaje no se limita al ámbito jurídico-legal, si no que se fabrica desde y por otros elementos como el mediático, el cual juega un papel igual, o incluso más importante que los otros a la hora de presentar ante la sociedad a los activistas y luchadores sociales. Uno de los primeros problemas que nos presentan los montajes es superar la falsa división entre “inocentes” y “culpables”, entre “buenos activistas” y “vándalos”.

Pensamos que la solidaridad con perspectiva anticapitalista debe tener claro que términos como inocentes, culpable, encierro injusto, detención arbitraria, uso excesivo de la fuerza, alimentan y fortalecen el discurso del Sistema y la Autoridad. ¿Cuándo es justificable la fuerza?, ¿Cuándo una detención es justa?, ¿Cómo se justifica cualquier encierro?

Nuestros compañeros no deben estar en prisión, no porque sean inocentes, si no por que las prisiones no deben de existir.

No podemos perder de vista que los montajes forman parte de una estrategia del Sistema y de las clases dominantes para poder seguir perpetuándose. Que forman parte de una guerra en contra de la disidencia, y es bajo ese prisma que lo abordaremos; desde el contexto de la guerra social o de clases.

Es ingenuo pensar en pedir que no nos repriman, pues la represión es el arma que el sistema utiliza para la perpetuación de la dominación y explotación. ¿Significa esto que debemos permanecer estáticos, esperando el golpe final? Nosotros pensamos que no.

Debemos entender que la represión varia en intensidad y formas según las circunstancias y que en medida que podamos ver eso podríamos desarrollar estrategias anti represivas más eficaces que nos ayuden a tener una práctica revolucionaria más fuerte.

Esperamos que estas reflexiones nos ayuden pues, a elaborar esas estrategias tan necesarias e imprescindibles. No necesitamos ni queremos mártires ni víctimas, pues esto solo nos mantiene en un estado de inmovilización, ocupándonos en otras tareas. Pensamos que debemos estar a la ofensiva desde diferentes frentes, y uno de ellos debe ser empezar a desmontar los montajes.

La represión tiene varias finalidades, pero lo que en el fondo busca es convertir en hegemónico un determinado sistema político-social, por eso la represión en contra de la disidencia es constante. Por eso los hechos represivos se suceden uno tras otro, acelerando el ritmo en ciertos momentos, pero nunca ralentizándolos lo suficiente como para que no tenerlos presentes. La represión pretende mandar mensajes. Así, los montajes buscan ser estridentes, ruidosos, mientras más espectaculares mejor, echando a andar la maquinaria mediático-represiva pues con eso se busca bloquearnos, paralizarnos, que nos veamos como seres aislados incapaces de enfrentarla.

Buena parte del éxito de los montajes se basan precisamente en esa sensación de aislamiento, de desconocimiento de lo que va a pasar, de que es lo que está pasando, producida por el primer golpe de los montajes. Y si bien cada caso tiene sus particularidades, existen aspectos que se repiten. Los montajes son diferentes en apariencia pero bastantes repetitivos en lo esencial. Las partes que los componen son siempre los mismos, aunque su disposición o momento de aparición varié levemente se pueden percibir de una manera concreta que nos permiten verlos como lo que son: composiciones prefabricadas para momentos y circunstancias similares.

Como decíamos, la finalidad de la represión es presentar al Sistema y sus valores como una entidad hegemónica, cuya presencia debe ser algo no solo aceptada por la población, si no natural, por lo que podemos afirmar que el actuar represivo busca moldear a las sociedades y pueblos a semejanza de su estructura organizativa jerárquica.

Por eso se busca presentar y asimilar toda disidencia con una organización jerárquica similar a la estatal. Así, frente a la figura del líder/gobernante se modela un líder/disidente que se le enfrenta. No importa que por su propia naturaleza y dinámicas varias de estas disidencias sean ajenas a esas estructuras; el movimiento anarquista es clara muestra de eso pues en su seno no tienen cabida líderes ni jefes. Pero a falta de un líder real, serán las instituciones que participan en los montajes las que lo elijan, convirtiéndolos en cabezas visibles. Asignar todo gesto de desobediencia a una estructura jerárquica, en la que existen organizadores y/o instigadores le sirve al Sistema para negar la posibilidad de rebelarse u organizarse fuera de una estructura vertical. Le sirve para negar la capacidad de organización autónoma y horizontal, así como un conflicto social latente y el enojo y la rabia extendida en amplios sectores de la población.

Como hemos mencionado, los montajes forman parte de una estrategia de guerra, una guerra en la que el Sistema tiene como objetivo exterminar toda disidencia y en la búsqueda de ese objetivo echa mano de todo sus recursos, legales y extralegales. Sus instituciones no se pueden limitar a actuar dentro del marco “legal”, ya que este les resulta demasiado rígido para actuar rápidamente según las circunstancias. Lo importante es dar un golpe de efecto rápido y pronto, ya habrá tiempo después para acomodar el caso dentro de los límites “legales”, para eso están los ministerios públicos y jueces.

Lo que se busca es generar miedo, pues es el miedo la base y sustento de los montajes. La idea central es presentar a las disidencias como una amenaza para la sociedad, una amenaza repentina, pero que gracias a la oportuna acción del Estado, se logró neutralizar.

Así pues, el papel fundamental de los montajes es propagandístico, y para eso cuentan con los medios masivos de comunicación. Como decíamos, los montajes buscan ser estridentes, espectaculares. Eso lo podemos constatar si comparamos el reducido número de compañeros que sufren estos montajes y el papel que toman los medios masivos de comunicación. Se selecciona a compañeros u organizaciones conocidas en el entorno y sobre ellos recae la represión y los ataques que desde los mass media se lanzan. Se desata pues, una campaña mediática que acompaña y fortalece el montaje jurídico, se trata de presentar a quienes disienten como un ser peligroso, anti social, intentando voltear las cosas y presentar a los que luchan y se organizan como responsables de los problemas, buscando aislarlos de la población.

En muchos casos, estos montajes están encaminados a preparar el camino para otras formas de represión más amplias, como la aprobación de leyes que faciliten aún más el control social, el aumento de cuerpos represivos, construcción de más cárceles, instalación de cámaras de vigilancia, etc. Como sucede ahora en Chile, en donde después de un burdo montaje que duró varios meses y en el que se pretendió encerrar a 14 compañeros por delitos como asociación delictuosa ahora se aprueba la llamada ley anti protesta o ley Hinzpeter, que busca terminar con las protestas callejeras. No nos sorprenda que en un futuro cercano se intente algo similar por estas latitudes.

Otro de los objetivos de esta campaña es socializar el miedo, extenderlo y hacerlo florecer entre la sociedad, intentando convertirla así en cómplice de la represión, asumiendo como propio el miedo que el Sistema siente ante la movilización social y popular. Se busca pues, fomentar la sumisión de los explotados a las consignas oficiales, intentando que surjan colaboradores espontáneos o sistemáticos con la represión,o simplemente que las acciones represivas se asuman como algo común, normalizando la represión ante los ojos de la sociedad.

En la fabricación de estos montajes intervienen varias instituciones, las cuales están encargadas del control social y la contención de la protesta social, encargadas de evitar que la frustración cotidiana se convierta en rabia organizada. Según su función se pueden dividir en tres ejes:

1. El eje político son todas esas organizaciones encargadas de mantener las protestas dentro de un cauce que le conviene al Sistema: negociación, pactos, respeto a las leyes, etc. En él, caben desde ONG, sindicatos, partidos políticos y algunos grupos de izquierda que se dedican a llevar las luchas a esos terrenos, ayudando así a mantener el estado de las cosas. Otra función que tiene este eje es el de levantar el dedo acusador, deslindándose y señalando a quienes no participan de las vías institucionales, convirtiéndose así en cómplices inactivos de la represión.

2. El eje mediático lo forman todos los periodistas y medios de comunicación punta de lanza de la propaganda de guerra institucional , quienes allanan el camino de la represión, misma que después ellos mismos se encargaran de justificar, no importándoles en absoluto la gravedad de la misma. Son la correa de transmisión del miedo.
3. El eje jurídico-penal se conforma de las diversas entidades del sistema legal. Desde el policía del barrio al carcelero, pasando por juzgados y ministerios públicos

Este triángulo formado por políticos, periodistas y cuerpos represivos es el encargado de mantener el orden, cuidar que los intereses de los poderosos no se vean afectados de manera alguna por incidentes surgidos de los sectores explotados de la población. Son guardianes del orden y la ley. Son así mismo una fábrica de miedo y terror, mismos que nos dosifican procesados y que, en el fondo, es la justificación de su existencia.

Es decir, el miedo no solo es el producto que sale de esta fábrica, sino que es su materia prima.

Pues bien, como vemos, en el desarrollo de los montajes intervienen diferentes actores, cada uno jugando un papel muy determinado. Así mismo, aunque los contextos en los que se apliquen sean diferentes, podemos observar ciertos objetivos muy claros y concretos. Identificar y entender esto nos puede servir para anular los primeros momentos del montaje; saber, o por lo menos imaginar, lo que se nos puede presentar como escenario ante una represión nos da mejores elementos para determinar las estrategias de respuesta.

Si llegamos a identificar y conocer los elementos, tiempos y finalidades de estos montajes, es posible resistirlos de una manera más efectiva. Es una oportunidad para conocer nuestras fuerzas, las posibilidades del momento, nuestros puntos fuertes y los aspectos a mejorar.

Debemos responder a los montajes utilizando nuestra mejor herramienta: la solidaridad; es de suma importancia cobijar a todos los compañeros reprimidos y/o señalados. Nosotros pensamos que ante estos escenarios es fundamental mantener la calma. Entender que lo que está pasando forma parte de una estrategia represiva amplia y constante por parte de los grupos de Poder; reforzar nuestras medidas de seguridad y sobre todo, continuar con nuestras tareas organizativas y de lucha.

Es claro que el Gobierno del Distrito Federal, desde la administración de AMLO, con Marcelo Ebrard como Secretario de Seguridad Pública, ha venido construyendo un discurso que le ha permitido echar mano de recursos represivos que le ayudan en su tarea de control social, como el famoso “Protocolo de manejo de control de multitudes”, el cual ya aplicaba desde antes de aprobarse y publicarse, ensayando con pequeñas manifestaciones de grupos “radicales” por los que nadie protesta si son golpeados y encarcelados. Ahora que tiene un discurso legitimador y las herramientas necesarias, no dudamos que empezará a utilizarlos ya no solo en contra de los grupos anarquistas, si no en contra de todas las expresiones disidentes que salgan de su marco de control y mecanismos de corporativización.

Sirvan pues estas reflexiones para contribuir al debate de las estrategias anti represivas.

¡Abajo los muros de las prisiones!

¡Libertad a todxs!

Cruz Negra Anarquista México