Ma’ Ballard

‘MA’ BALLARD

por Mumia Abu-Jamal

A menos que vivieras en el norte de Filadelfia (North Philly), en los proyectos de vivienda pública al este de Richard Allen y al norte de Spring Garden, el nombre de Ruth ‘Ma’ Ballard tal vez sería desconocido para ti.

Pero si vivías ahí, si tenías el placer de conocerla, de ver su sonrisa, de escuchar su dulce voz sureña, sabrías que habías conocido a alguien especial.

Los niños y niñas del barrio la llamaron ‘Ma’ Ballard, y no me refiero sólo a su saludable camada de hijos fuertes e hijas bonitas e inteligentes. Todo el mundo la nombraba así porque ella irradiaba un amor maternal con una tranquilidad y consuelo que la hizo legendaria en los proyectos.

En este mundo de caos y drama, ella parecía ser la calma en el ojo de la tormenta o un árbol bien arraigado muy difícil de sacudir.

Al principio, cuando los proyectos de vivienda eran nuevos, brillantes y relucientes, las familias Ballard y Cook estaban entre las primeras en ocuparlos; habían llegado desde la incertidumbre del temible Sur como parte de los últimos ríos de la gran inundación negra al Norte.

Dos jóvenes madres, Edith y ‘Dot’, se conocieron en ese nuevo lugar desconocido y se hicieron amigas de toda la vida. Solían platicar a través del tendedero con la ropa recién lavada ondeando en la brisa.

Criaron a sus familias: hijos y sus hijos, hijos del Norte y del Sur, hijos de los proyectos, hijos de la tormenta.

En aquel entonces, los niños y niñas podrían ser y eran castigados por cualquier adulto del barrio. Y ¡ay de ti! si te diera una nalgada un adulto porque sabías que al llegar a tu casa te darían más.

Pero Ma Ballard no solía recurrir a los golpes. Sólo te miraba y te quedabas inmóvil. No era que buscabas evitar que se enojara, sino que no querías decepcionarla.

Harías cualquier cosa para devolver la sonrisa a su cara ––esa hermosa cara sonriente con pliegues en la comisura de sus ojos, esos ojos que centelleaban como estrellas.

Ella era alguien muy especial simplemente porque así era ella. Su risa era especial; su amor era especial; su sabiduría era especial porque hizo que tú te sintieras especial.

Estoy tentado a decir que ya no se hace gente como ella; digo “estoy tentado” pero no lo voy a decir porque para ser sincero, no sé. Creo que es cierto pero no estoy seguro.

Pero esto sí lo sé: Ella mejoró al barrio, mejoró a la comunidad, te inspiró a mejorar y a ser mejor persona.

Era una mujer muy pequeña, del tipo que la gente llama chaparrita, pero yo nunca la vi así.

Algunas personas llenan un cuarto con su aura; irradian luz. ‘Ma’ Ballard era una de ellas.

Me siento bendito por haberla conocido, la amiga más querida de mi madre. Hasta la fecha puedo escuchar las risas de las dos, su dulzura, su alegría de vivir, como estorninos cantando al amanecer.

Con los Ballard, nuestra familia llora su paso. Nunca será olvidada: ‘Ma’ Ballard.

Con amor,

Tu otro hijo Mumia Abu-Jamal

— © ’12 maj
18 de diciembre de 2012
Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México

http://amigosdemumiamx.wordpress.com/2013/01/27/ma-ballard/


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"No voy a decirle a la gente qué hacer o cómo organizarse. Ya sabe hacerlo. Creo en
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es correcto. Mis respetos." —MAJ