Dos visiones sobre el YoSoy132

, por EdeN

Pietro Ameglio y Gustavo Esteva reflexionan sobre las manifestaciones de los últimos días


Yo Soy el 132: reflexiones iniciales desde la resistencia noviolenta

Esta movilización actual de jóvenes – en su origen universitarios- nos ha inyectado a todos en el país una semilla de esperanza y lucha no menores, en momentos muy oscuros de la realidad nacional, por diversas razones, y sin soluciones viables en el corto plazo: en medio de la constante y brutal “cuota de muertos y desaparecidos” del “exterminio masivo”, con formas de guerra civil que nos atraviesa, ahora con masacres ejemplares en Guadalajara, Chihuahua, Cadereyta y Nuevo Laredo, aunada a una nueva ola de “exterminio selectivo” (como cíclicamente conoce la historia mexicana), con los asesinatos de la periodista de Proceso Regina Martínez y 3 reporteros más en Veracruz, de los tres comuneros de Cherán y del maestro Teódulo de Ostula.

En esta movilización, muy incipiente y frágil aun, pero también real, creemos que están presentes algunas originalidades de la historia de nuestro país. Apuntaremos aquí sólo unas breves reflexiones acerca del terreno de la acción noviolenta y de la resistencia civil pacífica, que es una de las características visibles que tiene. Nos parece que se trata de una prolongación –o actualización- del “Ya basta” (enero del 94) y del “Estamos hasta la madre” (marzo 2011), lo que no quiere decir que tenga formas o duración similares. Para empezar, este “grito de masas en la calle” –eso sí análogo a los otros dos- está encabezado por un sujeto social distinto: no las comunidades indígenas mayas chiapanecas zapatistas o los familiares de las víctimas de la brutal “guerra al narco de Calderón”, sino por jóvenes –en su mayoría estudiantes- que se rebelan ante la manipulación informativa y el trato de “no sujetos” a los que se les somete, ante la imposición del gran capital de un virtual presidente nacional y, sobre todo, ante la “ausencia de esperanza en su futuro”: son más de la cuarta parte de la población del país (30 millones) y las principales víctimas del desempleo, de la falta de educación, de la violencia social.

Nos parece así importante asociar estos tres gritos de la reciente historia mexicana, que expresan tres actores sociales distintos, todos violentados y exterminados por el sistema económico y político, que movilizan, una vez más, a una parte sustantiva de la “reserva moral” mexicana, en forma masiva, en la calle y radical en sus demandas. Estos jóvenes actores han colocado en el debate nacional una nueva “frontera moral y material de inhumanidad” y nos están advirtiendo que no van a traspasarla con sus cuerpos. Es una expresión clara de indignación y firmeza moral, seguida de acciones noviolentas materiales en concordancia con esa firmeza. Estamos así asistiendo tal vez a la constitución de una nueva “arma moral” (cuerpos firmes con reflexión, según J.C.Marín, fuerza de enorme importancia en el México actual, que muestra cómo la fuerza material nace de la moral y no viceversa como muchos creen). Su “fuerza social” dependerá de la capacidad de desarrollar una reflexión y acción autónomas y radicales, en el sentido de enfrentar las raíces del problema que apuntan, por ello la necesidad del mayor cuidado en su crecimiento, en todo sentido, en mantenerse firmes en la coherencia entre el fin y los medios (intercambiar libros, moverse y reflexionar colectivamente, boicotear…), sin dejarse penetrar por las ideologizaciones, falsos radicalismos, sectarismos o partidismos.

Asimismo, “Yo soy el #132” es un lema profundo, que se puede asociar a otros del tipo “Todos somos Marcos” o –en sentido inverso- “No en nuestro nombre”; nace de una valiente acción de jóvenes de la jesuita universidad Iberoamericana que deciden “dar la cara”, con toda su identidad, y confrontar abiertamente las acusaciones de “no pensantes” que les hizo el equipo de campaña del candidato del PRI. Inició con la activación de una importante “arma noviolenta” que es el “judo político” donde se revierten los efectos de una acción negativa del adversario sobre sí mismo.

Es, en el México actual, también una forma importante de “romper el miedo” y “enfrentar al adversario”. No es poca cosa en una sociedad atravesada por una guerra que ha generado casi 60 mil muertos y 10 mil desaparecidos. Otra variable muy importante en este aspecto es que se trata de una lucha que se expresa “en la calle” y confronta así a la frase más común que los señores de la guerra han instalado, para construir la “inseguridad ciudadana” y el consecuente aterrorizamiento social: “Ya no puedo salir a la calle”. Recuperar el espacio público para la sociedad civil es una de las tareas de construcción de paz y justicia más centrales actualmente para “parar la guerra en México”.

Otro elemento interesante de resaltar en cuanto a la acción noviolenta de este movimiento, es la decisión mayoritaria, en la gran concentración del miércoles 23 de mayo, de dirigirse a Televisa y no al zócalo, lo que que esconde atrás una importante variable táctica en el sentido que el “lugar de la acción” es determinante para el mensaje que se quiere dar y en la acumulación de fuerza moral. Además de las pancartas, lemas, cantos, símbolos usados para expresar la protesta, vemos que se va construyendo una reflexión estratégica en consonancia, lo que es fundamental para mantener la coherencia indispensable entre palabra y acción.

Esto se une con la actual propuesta de realizar el próximo 30 de mayo un “boicot de 2 horas a Televisa” en la nochecita. Lo que está detrás de esta acción es otro elemento estratégico noviolento importante: escalar las formas de acción. Con el actual nivel de control político-militar en México, todos percibimos que las movilizaciones de masas en espacios abiertos (marchas-caravanas-mítines-conciertos-acciones simbólicas…) no son suficiente presión hacia los aparatos de poder que instalan la violencia, el autoritarismo y la injusticia. En las formas de acción noviolenta existe una rica experiencia histórica mundial – donde el gandhismo y el zapatismo son referencias obligadas- en el terreno de lo que se llama la “no-cooperación”: dejar de reproducir, con el cuerpo, la reflexión o los recursos, las fuentes de poder del adversario en la situación de inhumanidad que confrontamos. Es una forma más radical de decir “No cuenten conmigo”, “Hasta aquí llegué”. La historia apunta que para que estas formas de acción sean eficaces necesitan ser sobre todo masivas, tener objetivos claros y posibles de alcanzar por la mayor cantidad de población, que apunten al centro del sujeto que agrede, tener alternativas para quien la ejerce, cesar cuando el adversario corrige realmente su violencia. Las acciones más frecuentes, en este terreno, han sido la huelga o el boicot, o incluso ciertos tipos de ayunos, pero es un campo muy fértil de la lucha, que antecede al de la desobediencia civil, donde sí abiertamente se desobedece una ley, cosa que en la no-cooperación no sucede y permite así que mucha más gente se integre.

En la situación de guerra actual existe un hecho social por el que muchos estamos co-operando con ella normalizando lo inhumano: el “silencio”, aunado a hacer como que no es tan grave lo que pasa, que “está mejorando” la situación porque baja la curva de muertos en algunos periodos, que con el regreso del PRI todo volverá a “ser normal”, que las víctimas “algo habrán hecho”…etc. etc. Así, uno de los obstáculos más grave y costoso para detener esta guerra ha sido el “silencio de los cuerpos” (y en muchísimos casos también en las palabras) de una parte clave de la reserva moral nacional que debería constituir un arma fundamental de lucha noviolenta en las calles, como son los jerarcas de las iglesias, de las universidades e instituciones educativas, escritores y artistas…todos hemos dejado solas a las víctimas. Por ello, adquiere mayor trascendencia la acción de esta porción de la juventud que, una vez más, “nos educa”; los “de abajo” nos muestran el camino de la “indignación moral”. Ojalá no repitamos lo que ha pasado en estos últimos meses con las víctimas de la “guerra al narco” y dejemos solos a estos jóvenes. Por lo pronto, podríamos ser convocados a “Dejar de co-operar con nuestro silencio” un día próximo muy preciso y “Reflexionar colectiva y simultáneamente” en todo el país –aulas, plazas, mercados, parques, calles…- cómo construir una verdadera democracia informativa, cambiar el modelo económico y parar la guerra.

26 de mayo de 2012


¿Primavera mexicana?

Es demasiado pronto para hablar de "primavera mexicana". Llamamos "primavera árabe" a un despertar radical que permitió al mundo árabe deshacerse de algunos dictadores y desatar transformaciones profundas que lo pusieron en sintonía con el resto del mundo. Es una desproporción sostener que la reciente movilización de los jóvenes, que apenas empieza a extenderse, tiene ya ese carácter. Pero no es un despropósito. Sería igualmente desproporcionado considerarla irrelevante y efímera y descartar la posibilidad de que adopte ese rumbo.

Fueron los Ocupa Wall Street quienes hablaron de la "primavera mexicana" y la saludaron con entusiasmo. Podemos hacer una extrapolación y decir a estos jóvenes lo que Naomi Klein dijo a los de Wall Street: “Los confundidos líderes de opinión se preguntan en la televisión ‘¿por qué están protestando?’. El resto del mundo, mientras, se pregunta: ‘¿Por qué tardaron tanto? Nos preguntábamos cuándo iban a aparecer. En todo caso: Bienvenidos’”.

Y sí, bienvenidos. Hacían falta. Esta generación no pudo experimentar nuestro propio despertar en 1994: apenas habían nacido. No pudieron enterarse de que, como decía Monsiváis, "los zapatistas nos enseñaron a hablar con la realidad". Les tocó más bien la fase en que muchos reaprendieron a callarla, a cerrar los ojos, a acomodar de nuevo la realidad a sus empeños. Quizás no han podido apreciar la medida en que gracias a los zapatistas dejó de ser posible esconder la realidad bajo la alfombra, como lograba normalmente el PRI, cuyo uso de intelectuales y medios llegó a extremos espectaculares en tiempos de Salinas… hasta que los zapatistas le tumbaron el teatrito.

Es útil traer a colación el episodio. Hasta 1993 Salinas aparecía como un líder mundial que había sabido entender los vientos que corrían por el mundo y sacaba a su país del subdesarrollo. Era el candidato principal a dirigir la Organización Mundial de Comercio, la institución que representa la quintaesencia del neoliberalismo. Hablando con una comisión de alto nivel de Japón les dijo sin rubor: "Pueden negociar conmigo. Aunque voy de salida estaremos en el poder los próximos 25 años". El 31 de diciembre celebraba en Huatulco sus triunfos, convencido de que dejaba todo "bien atado", como decía Franco poco antes de morir.

En unos cuantos días la perspectiva cambió por completo. Tres semanas después del levantamiento zapatista Salinas se vio obligado a hacer a la oposición política más concesiones que las que el PRI había hecho en los 50 años anteriores. Un año después se encaminaba al exilio en Irlanda, mientras su hermano paraba en la cárcel.

Es espléndido que estos jóvenes desafíen a los medios. Es signo de salud social que "Televisa te idiotiza" haya llegado al primer lugar mundial en registro de audiencia, la medición en que se finca el negocio de las cadenas comerciales. La frase se ha dicho hasta el cansancio, pero es novedoso que un grupo prominente del sector que sostiene ese aparato estupidizante lo diga con imaginación y eficacia y produzca el efecto "ajá" que es síntoma de despertar colectivo. No es aún tiempo de cantar victoria, dada la naturaleza de lo que enfrentan. Pero debemos reconocer su tino al hacer suya la bandera de la reforma de los medios de comunicación.

Y esto lleva a lo que probablemente sea el asunto principal. El rechazo tajante al PRI y a su candidato puso en marcha a los jóvenes, los sigue unificando y puede contagiar a mucha gente. No sería poca cosa cerrar el paso a la coalición mafiosa que hoy usa la franquicia del PRI. Pero no debería pagarse el precio del año 2,000, cuando un rechazo semejante se convirtió en Fox.

Si de elecciones se trata, es útil recordar las frases del candidato Obama. "No les pido que crean en mí, sino en ustedes mismos". "Una vez en la Casa Blanca no podré arreglar las cosas, pero ustedes pueden". Quienes olvidaron esa advertencia sufren ahora la frustración de lo que el presidente Obama no pudo hacer.

Nadie, allá arriba, ni persona ni partido político, puede hacer lo que se requiere. El circo mediático de las campañas no debe distraernos de ese hecho: la esperanza, toda la esperanza, se encuentra abajo. A pesar de la movilización de los jóvenes tendremos las elecciones de la ignominia, como las ha llamado Javier Sicilia, y seguiremos teniendo medios cuya naturaleza es venderse al mejor postor, lo mismo a jabones que a candidatos.

Es cierto: los jóvenes serán decisivos en esta coyuntura y en los próximos años. Es su momento. Necesitamos todos que lo asuman con lucidez y responsabilidad.

gustavoesteva@gmail.com

28 de mayo de 2012