Dignas. Voces de defensoras de derechos humanos en México

, por EdeN

Dignas. Voces de defensoras de derechos humanos en México

Con esta publicación, Brigadas Internacionales de Paz quiere recordar no sólo sus treinta años de existencia y trabajo
en favor de la paz y los derechos humanos en numerosos
países del mundo, sino también aplaudir la labor de las mujeres mexicanas defensoras de derechos humanos que con
extrema dedicación y valor han contribuido a cambiar el rostro de su país, a pesar de dificultades extremas y gracias a
su visión y constancia a lo largo de muchos años.

Es hora de celebrar su trabajo y reconocer su rol excepcional en la sociedad mexicana.

PBI lleva en México más de una década, pero fue en 2001
cuando iniciamos el acompañamiento a defensores y defensoras de derechos humanos en riesgo. Empezamos por
Guerrero y, hoy en día, estamos también en Oaxaca y Ciudad de México.
Nuestro objetivo es proteger y ampliar el
espacio de actuación de actores claves no violentos del movimiento social mexicano mediante el acompañamiento internacional. El acompañamiento incluye la presencia física,
la interlocución con autoridades nacionales y la comunidad
internacional, la difusión de información, la facilitación de
procesos de fortalecimiento de la sociedad civil, la creación
de redes de apoyo, las asesorías en seguridad y protección
y la difusión de publicaciones como esta. Todas las herramientas se utilizan con el fin de contribuir a la reivindicación de los derechos humanos y a la construcción de paz
en México.

Durante el último año, gracias a lo aprendido en Guerrero, Oaxaca y la Ciudad de México, y viendo los retos que
afrontan muchas iniciativas promotoras de los derechos
humanos en toda la República, decidimos ampliar nuestra
esfera de trabajo. La idea es aplicar la experiencia adquirida
a otros contextos y apoyar a nuevos integrantes de la red de
personas defensoras de derechos humanos. Hacemos esto
conscientes de ser nosotros y nosotras parte de una organización de base, fundada principalmente sobre el trabajo
voluntario de cientos de miembros de todos los rincones
del mundo. Y la gran mayoría de estos miembros somos mujeres.

Los inicios de PBI en México estuvieron marcados por
eventos contradictorios: por un lado, un proceso de democratización y de apertura a los derechos humanos, y
por otro, la creciente vulnerabilidad de quienes promovían
estos derechos. Prueba de esta situación fueron las continuas amenazas contra la destacada defensora de derechos
humanos Digna Ochoa y su muerte violenta en 2001, en
circunstancias aún no esclarecidas según la familia y otros
actores de la sociedad civil.

En el mismo año se fundó el Comité Cerezo, que reivindicaba justicia para presos políticos, así como el Centro de
Apoyo al Trabajador (CAT), nacido para promover la vigencia
de los derechos humanos laborales. Muchas otras organizaciones se han constituido desde entonces y, a la vez, se han
multiplicado las violaciones de derechos humanos: no podemos olvidar los abusos masivos contra las libertades fundamentales en Atenco y Oaxaca hace cinco años. México
vive a día de hoy un florecimiento de su sociedad civil, que
desde muchos colectivos demanda verdad y justicia en miles de casos nuevos e históricos de violaciones de derechos
humanos. Al frente de esta lucha, están muchísimas mujeres; defensoras doblemente enfrentadas a dificultades: las
de reivindicar los derechos humanos en una situación de
peligro y las de trabajar en un contexto machista. Ellas ponen doblemente en riesgo su vida profesional y privada y se
esfuerzan para sacar adelante sus reivindicaciones.

A la hora de preparar esta publicación, hemos podido establecer contacto con mujeres que defienden los derechos
humanos en diferentes partes de la República, conocer sus
contextos de trabajo, sus trayectorias, sus desafíos y sus logros. Hablar con ellas nos ha inspirado aún más a continuar
el trabajo iniciado en México hace más de una década, y
esperamos que sus testimonios fomenten el mismo sentimiento en quienes lean esta publicación.

Hemos tratado de mantener viva la voz de cada mujer entrevistada, conservando la narración lo más cerca posible al
testimonio oral que nos han proporcionado. A la vez, hemos
querido privilegiar el espacio para sus retratos. Nuestra intención es transmitir a cada persona lectora la fuerza y la
expresividad de estas mujeres y dejar impresos en su memoria sus rostros y palabras.

Para dar un hilo narrativo y facilitar la lectura de esta publicación, hemos agrupado los testimonios en tres partes: en
la primera, resaltamos su labor como mujeres que abren espacios en la reivindicación de los derechos humanos; en la
segunda, los logros alcanzados, y por último, los desafíos a
los que se enfrentan. Queremos aclarar que esta división no
es rigurosa, pues cada una de estas mujeres ha abierto un
camino nuevo, y cada una ha tenido sus logros y desafíos.

Entre los éxitos más recientes a destacar, no podemos
olvidar la lucha de las mujeres reflejada en las sentencias
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los
casos de «Campo Algodonero», Inés Fernández, Valentina Rosendo Cantú y Tita Radilla, recientemente premiada
por su lucha de más de treinta años a favor de las víctimas
de desaparición forzada. Cada una de estas sentencias es
fruto del trabajo conjunto de muchas personas, pero han
sido estas mujeres quienes con su valor y constancia, enfrentando presiones, amenazas y hasta ataques físicos, han
mantenido vivos estos procesos. Y la lucha sigue: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acaba de
admitir a examen el caso de las mujeres víctimas de tortura
en Atenco que, como muchas otras, no han podido obtener
justicia en su propio país.

Reconocemos también el asombroso valor de las mujeres
que luchan y logran avances para los derechos sexuales y
reproductivos y para el respeto a los derechos de la comunidad LGTBI en México. En otras partes del mundo, la tendencia es el desconocimiento y la negación de muchos de
estos derechos.

La escalada de violencia en todo México, como resultado
del crimen organizado y la «guerra contra el narco», sitúa
a las defensoras en un contexto de peligro y vulnerabilidad
sin precedentes. En medio de las estadísticas, la violencia
contra las mujeres, el tráfico de mujeres y niñas y los feminicidios pasan casi desapercibidos. También la falta de reconocimiento de los derechos colectivos de las comunidades
indígenas y de los derechos laborales y medioambientales,
así como de los derechos civiles y políticos más fundamentales, convierte a las luchadoras en fácil blanco de ataques.

Para evidenciar la magnitud de los riesgos de la labor de
estas mujeres y la valentía con la que los afrontan, hemos
querido aprovechar este espacio para dar un pequeño homenaje a Bety Cariño, defensora asesinada en el estado de
Oaxaca el 27 abril de 2010. Para esto, hemos incluido el
firme testimonio que ofreció durante la Quinta Plataforma
de Dublín, organizada por la Fundación Internacional para
la Protección de Defensores y Defensoras de los Derechos
Humanos Front Line, dos meses antes de su muerte.
Hemos contado, finalmente, con la valiosa contribución de
la Relatora Especial de las Naciones Unidas (ONU) sobre la
situación de los defensores de derechos humanos, Margaret Sekkagya, y de Mary Jane Real, anterior coordinadora
de la Coalición Internacional de Defensoras de los Derechos
Humanos, de la que PBI es miembro.

Todas las mujeres entrevistadas para esta publicación, y
muchas otras que nos hubiera gustado entrevistar y retratar, son conscientes de que su trabajo es abrir espacios para
el diálogo democrático y pacífico, la justicia y el avance de
los derechos humanos en todas sus facetas. Lo mismo que
PBI ha querido hacer desde su fundación por un grupo de
visionarios de varias partes del mundo en Canadá en aquel
1981...

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